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Por Anthony Vásquez
Cazador de historias
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ALARICO I
El hombre que secuestró Roma

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VIERNES 7 DE NOVIEMBRE DE 2014
Desde el territorio bañado por las frías y cristalinas aguas del río Danubio, donde una perenne bruma cubre el profundo bosque, y cuya tierra sirvió de asentamiento para las tribus barbarás; surgió Alarico I, un hombre que se daría el lujo de secuestrar Roma, la capital del imperio más poderoso de la época, acto que lo convertiría en leyenda.

Alarico I nacido en Perice el año 370, era descendiente de un gran linaje y como tal, fue instruido desde niño en las artes de la guerra, la diplomacia y el conocimiento, preparándolo así, para un día liderar a su tribu.

Tiempo después, casi al mismo tiempo que fallecía el emperador romano Teodosio y el imperio se dividía en dos partes, el de oriente gobernado por Arcadio y el de occidente por Honorio; Alarico era nombrado líder de todas las tribus visigodas teniendo apenas 25 años.

Honorio y Arcadio pretendían unificar de nuevo el imperio pero a costa de acabar el uno con el otro, así que eso dio pie a una curiosa sociedad entre Alarico y los dos herederos, la gran capacidad mediática del godo logró que su pueblo obtuviera grandes riquezas como pago por el servicio de mercenarios en contiendas internas o externas a favor de oriente u occidente según fuera el caso.

Pero aquella relación entre Alarico y el imperio de Occidente no duraría mucho, ya que Honorio considerándose superior, menospreció y no realizó el pago por su servicio a los visigodos, provocando en respuesta un ataque de estos en el año 400, donde saquearon cuanta ciudad encontraron, retirándose solo por la ofensiva militar del general Estilicón.

Cuatro años más tarde, Honorio pretendió acabar con Arcadio reuniendo a una gran fuerza militar compuesta por falanges de todo tipo y procedencia, entre ellos nuevamente los visigodos, esta vez bajo la promesa de un pago consistente en 1800 kilos de oro. La campaña se alargó y fue perdiendo fuerza; la falta de resultados y conjuras internas contra Honorio le hicieron romper de nuevo la promesa del pago a los hombres de Alarico.
Alarico esta vez no sería tan considerado y emprendió una marcha hacia Roma, destruyendo y saqueando todo a su paso, sin encontrar una real resistencia militar, mientras esto sucedía, Honorio se ocultaba en Ravena creyendo que Alarico se cansaría y terminaría retrocediendo; cosa que nunca sucedió.

Siendo el año 410, las huestes de Alarico sitiaron Roma y exigieron el pago de 5000 libras de oro, 3000 de pimienta, otras 30000 de plata y 4000 piezas de seda, las cuales eran negociables a cambio de territorios pero Honorio continuó en su afán de creerse superior y se negó. Lo que vino después fue la invasión y destrucción de Roma el 24 de agosto del 410, la única consigna dictada por el rey godo fue no tocar sitios emblemáticos y templos cristianos. Por lo demás toda la ciudad fue objeto de saqueos, incendios, violaciones y masacre sin medida.

Tras varios días de cobrar venganza, Alarico y su ejército tomaron rumbo hacia el sur, llevando consigo carros llenos del botín obtenido, así mismo secuestro a varios ciudadanos importantes que servirían para negociar.

Ahora, el rey godo aspiraba a darle territorios a su pueblo, pretendiendo establecerse en el norte de África, pero por cuestiones climatológicas las naves en las que pretendían viajar son golpeadas e inutilizadas por fuertes vientos. Es en los días subsecuentes cuando en espera de mejor clima, Alarico es contagiado de malaria, provocando su muerte.

Para enterrar a su gran rey, los hombres de Alarico idearon un plan titánico con el cual protegerían su cuerpo y honor de manos enemigas; trajeron a miles de esclavos y construyeron un gran muro de contención con el cual desviaron el curso del río Busento, para, una vez logrado esto, situar el sepulcro de Alarico y su gran tesoro en medio del lecho del río, después destruyeron el muro y así las aguas ocultaron para siempre la ubicación del sepulcro; además todos los esclavos fueron asesinados.

Así acabo la vida de un gran rey y dio paso a la leyenda de un gran héroe, que serviría de inspiración a una tribu que sería protagonista por varios siglos más... 

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