Conquistando una mujer dormida
Alpinismo en el Itztlaccihuatl
VIERNES 25 DE OCTUBRE DE 2013
Me encuentro tan emocionada de “intentar” describir lo increíble que fue esta experiencia: poder transmitirles los paisajes, la emoción, el cansancio y todo lo relacionado a esta salida; y digo que lo intento, porque solo viviéndola podrían disfrutarla al máximo. Esta vez fui invitada por grandes amigos del grupo DAE (Deporte de Aventura Extrema). Desde que me dijeron lo que haríamos, dejé que mi imaginación volara. Tenía grandes expectativas… unos días después me dieron una noticia genial: conocería a Elena Amezcua, una alpinista mexicana con una gran trayectoria, quien te incita a ser mejor y te asegura que con disciplina y pasión todo es posible. Los días pasaban como cuando esperas algo anhelado… ¡lentoooo! Finalmente, llegó la hora de emprender esta aventura. Estaban por mí a las 7 AM para dirigirnos al Itztlaccihuatl, la verdad se me hizo un viaje bastante rápido para llegar a AMECAMECA; a esa hora moríamos de hambre así que decidimos ir a desayunar algo sustancioso para toda la actividad que nos esperaba. |
Conocimos un poco de la gastronomía del lugar comiendo unos ricos mixiotes en un puestecito en la calle, donde se catafixia la cuchara por la tortilla. Una vez terminado el banquete, compramos algunas cosas que necesitábamos como agua, cacahuates, chocolates, bebidas rehidratantes y todo lo necesario para emprender nuevamente nuestro camino hacia el parque ecológico.
Elena ya nos esperaba en la entrada donde tienes que registrarte. En la barda de las escaleras, tenia acomodados gorros tejidos a mano de diferentes colores y diseños. Nos pidió que eligiéramos uno. ¿Cuál es el propósito de esto? La causa es bastante noble… los llevaríamos con nosotros durante el ascenso a la mujer dormida y después, ella se los regalaría a niños con cáncer; les enseñaría fotos de nosotros con ese gorro para que vieran en donde habían estado y el mensaje es: “si le echan muchas ganas a su tratamiento y a la vida, algún día podrían estar en el lugar donde estuvo ese gorrito. ¿Súper, no? (por favor no se pierdan el video en donde ella misma les hace la invitación para seguir con este proyecto)
Poco a poco fueron llegando las personas que faltaban, todos súper emocionados y con una actitud increíble, me encanto sentir la buena vibra del grupo. Mientras esto pasaba, conocimos a otros
alpinistas muy interesantes, quienes nos hablaron sobre las montañas, sus experiencias y cómo entrenar para conquistar la cumbre de montañas más grandes. Una vez que estábamos todos reunidos, empezamos a repartirnos en los coches de los alpinistas para acercarnos un poco más al Iztaccihuatl. En este momento, el cielo estaba despejado pero recién subimos a los autos la neblina bajo poco a poco, cubriendo todo a su alrededor. Creo que solo había visto esto en películas de terror, pero tenerla frente a mí es diferente. Solo dejas que te envuelva en su magia y le dé el toque místico a tu viaje. |
Emprendimos el camino bajo un clima bastante húmedo, verdes paisajes, muchas curvas para mi gusto (ya que no me llevo bien con ellas), pero el frio y la naturaleza me sedujeron de tal manera que ya no importó. Empiezas a subir poco a poco y el paisaje va cambiando… de ver todo lleno de árboles -tipo la película Crepúsculo- de repente, comienzan los pastizales.
Después de unos 20 o 30 minutos
llegamos al lugar en donde dejaríamos los coches. La neblina era aún más intensa y yo solo podía echarme encima todas
las prendas abrigadoras que tenía. “No digan frio hasta no ver pingüinos”. Nos
reunimos de nuevo para escuchar las últimas indicaciones y fue
ahí cuando escuché algunos comentarios sobre cómo la mayoría de las personas
bajan empapadas en sudor. No quiero
imaginar mi cara de incredulidad, es verdad lo que dice la frase “nadie
experimenta en cabeza ajena”. Yo
pensaba: “Claro, como no me conocen, soy mega friolenta; con este frio no voy a
sudar”. Me puse capas de ropa que me
hicieron parecer todo un de esquimal, y
cuando volteaba a ver a los alpinistas tan ligeros en prendas, ocasionaba que
sintiera más frio aún, aunque después entendí porque.
Empezamos a subir y llegó el momento en el que ya no sabía cómo quitarme todo. Es realmente un esfuerzo físico agotador por lo que el cuerpo entra en calor rápidamente. Si a esto le añadimos la neblina, el resultado es acabar como sopa. Así que una recomendación: si vas durante esta temporada, lleva un impermeable y ropa térmica con fibra que permita secarte rápidamente. Sobre el camino, hay quienes como el papá de Carlos Carsolio (alpinista Mexicano), suben explorando nuevos senderos; pero siempre existe la opción de seguir la vereda marcada, un caminito de tierra y piedras que con la lluvia y la neblina, en algunos tramos se llena de lodo y la hace aún más entretenida (no tanto en la subida, pero la bajada ¡uff!). Considera como parte de la diversión, darse algún sentón un par de veces. Al poco tiempo, una chica del grupo se empezó a sentir mal (les juro que no fui yo). Se trataba del “mal de montaña”: dolor de cabeza, náuseas, cansancio, etc. Cuando esto ocurre, la persona tiene que bajar de inmediato porque podría ser mortal. |
En este caso, Elena bajó con ella y el resto continuamos la aventura con los otros alpinistas que nos acompañaban. Una de ellas, llevaba una perrita de nombre Sam, que es más deportista que yo. Sam sigue a su dueña, quien no es una dueña común ya que se trata de una guía, alpinista, atleta, bla bla bla… por obvias razones, esta mascota tiene una súper condición: la veía brincar tan ágil a esa altura mientras yo casi escupía un pulmón.
Más información en http://www.elenaamezcua.com/