Dulcería de Celaya
El pasado envuelto en dulce
Por Jaime López @jaimelopezbecer 23 DE ABRIL DE 2013
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Sólo en tí tengo esperanza
Bien de mi vida, mi único amor Porque en tí veo que se alcanza, La paz querida del corazón… Nuestro Islote Chilango es un bocado real del tiempo de Porfirio Diaz, lugar de alegrías, suspiros, bollos, reinas y aleluyas que en medio del vals “Dios Nunca Muere” del compositor y violinista oaxaqueño Macedonio Alcalá (pieza favorita del general Díaz, que utilizara para enamorar a su sobrina y amor de su vida Delfina Ortega y, años después ya casado con Doña Carmen Romero Rubio seguía solicitando) les presento este rincón del siglo XIX. Ubicada en la calle de 5 de Mayo # 39 del Centro Histórico a unas cuadras de Palacio Nacional, la Dulceria de Celaya se fundo en 1874 en la calle de Plateros (calle Madero) y se reubica en la dirección actual a principios del siglo XX. |
Dulcería de Celaya fundada en 1874
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El color ocre del establecimiento de dulces tradicionales hechos a mano con mayor antigüedad del país mantiene en sus techos, paredes, espejos, vitrinas y anaqueles una atmósfera porfiriana que desde la entrada a ritmo de un organillero les da la bienvenida.
Don Jorge, Rosalba, Nancy, Norma, Lupe, Ivonne y Edna atienden con sonrisas y premura el estableciemiento, sugieren un dulce y otro a la clientela que no deja de entrar y de admirarse del lugar. Algunos seguro que son asiduos visitantes y otros turistas nacionales o extranjeros que paran obligados ante los más de 100 tipos de dulces que venden en el local, como las glorias, las yemitas, las embarradillas, los puerquitos, las rosquillas ó buñuelos que de niños nuestras abuelas cubrian de jarabe de miel, las figuras de almendra, el rompope, las cocadas doradas, la fruta cubierta, los jamocillos de pepita, las palanquetas, los cachitos de nuez o de piñon, las lenguas, los polvorones de canela y naranja, las trufas de cocoa o envinadas, el enjambre de nuez, las chocolatinas, las palanquetas de ajonjolí y amaranto que atinadamente llamaron alegrías los españoles quienes se conquistaron con su sabor y que relacionaban sus efectos con la actitud festiva y natural de los antiguos mexicanos.
Don Jorge, Rosalba, Nancy, Norma, Lupe, Ivonne y Edna atienden con sonrisas y premura el estableciemiento, sugieren un dulce y otro a la clientela que no deja de entrar y de admirarse del lugar. Algunos seguro que son asiduos visitantes y otros turistas nacionales o extranjeros que paran obligados ante los más de 100 tipos de dulces que venden en el local, como las glorias, las yemitas, las embarradillas, los puerquitos, las rosquillas ó buñuelos que de niños nuestras abuelas cubrian de jarabe de miel, las figuras de almendra, el rompope, las cocadas doradas, la fruta cubierta, los jamocillos de pepita, las palanquetas, los cachitos de nuez o de piñon, las lenguas, los polvorones de canela y naranja, las trufas de cocoa o envinadas, el enjambre de nuez, las chocolatinas, las palanquetas de ajonjolí y amaranto que atinadamente llamaron alegrías los españoles quienes se conquistaron con su sabor y que relacionaban sus efectos con la actitud festiva y natural de los antiguos mexicanos.
Estar en este lugar en medio de una mobiliario tan bien conservado, donde incluso aseguran que Don Porfirio compraba sus cocadas y pisar ese mosaico que ha sostenido el peso de miles de mexicanos a través de la historia, me da la impresión de estar en un ambiente festivo, con tanto colorido y formas...en una posada o Navidad permanentes, tener acceso a esos bocadillos exclusivos de esa temporada, que están presentes en nuestras mesas a finales de año, donde se cristalizan los sueños como las frutas, donde se comen mazapanes o algunos otros dulces "altamente" o "simplemente" procesados, incluso donde se les permiten a los niños comer algunos de estas exquisiteces ligeramente envinados.
Esa temporada donde se regalan deseos envueltos en papel celofán y que se venden por peso y se montan en charolas listas para llevar a casa. Este lugar que conserva el ambiente de la época, nos permite soñar en tener un diciembre cualquier otro mes del año. Detén tu andar por un momento en la rutina de esta ciudad y del Palacio de Bellas Artes rumbo a catedral ve por un picorete (de limón) o simplemente saborea el pasado envuelto en dulce en este islote chilango... Si a tus oídos llegan mis ruegos Mitiga el fuego de mi pasión Calma la pena que me consume Y da tu perfume a mi corazón. |