FRANCIS DERWENT
Cambiando el rostro de la guerra
VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DEL 2016
Contrario a lo que el Hollywood de mediados del siglo pasado retrataba, la guerra, sea cual sea y en el tiempo que ocurra, es escenario de hechos traumáticos y dantescos; más allá de la carpa donde los altos mandos juegan a la guerra, se encuentran los campos de batalla, donde el dolor pasa a una escala superior. |
Esta historia se sitúa hacia finales de la primera guerra mundial, una de las más crudas debido a las estrategias de combate, donde se dejaron atrás los enfrentamientos a campo abierto para dar paso a las trincheras y túneles, una estrategia de doble filo, que consiste en avanzar cavando y al mismo tiempo resistiendo los embates del enemigo.
La humedad, condiciones insalubres y falta de alimentos; sumados a que la cabeza era el punto más vulnerable, desembocó en una alta cuantía de soldados enfermos y/o heridos, de entre estos una buena cantidad con el rostro hecho pedazos al ser alcanzados por metralla o explosiones.
Estos infortunados hombres se enfrentaron a un panorama muy gris, con cirugías reconstructivas apenas funcionales y el rechazo social ante su impactante aspecto, por lo cual su vida no volvía a ser la misma, teniendo que emplearse en lugares oscuros o donde no tuvieran contacto con la gente, como los cines, proyectando películas.
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Por fortuna para muchos, un escultor británico de nombre Francis Derwent pensó en que su talento podría servir para dar una "segunda" oportunidad a estos hombres, para lo cual comenzó hacer y diseñar prótesis de gran similitud, utilizando para ello una técnica basada en delgadas láminas de cobre.
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Tanto interés atrajo que una colega, Anna Coleman se unió a su equipo de trabajo, creando verdaderas obras de arte, ya fueran ojos, orejas o rostros completos que sorprendían hasta al mismo dueño. Hasta nuestros días sobrevive una cinta donde se aprecian dichos trabajos, con el único inconveniente de que es es blanco y negro, lo que nos impide apreciar al 100 % el resultado de cuando el arte y la ciencia se unen. |