TARATARA
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Entrevistas - Taratara
LUNES 27 DE JULIO DEL 2020
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"Una de las muchas labores de la Literatura es señalar todo lo que está mal en el alma humana y dentro de esta iluminación de lo oscuro, está por contraparte la belleza, o sea, yo trabajo para la belleza." - Gabriel Rodríguez Liceaga -
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Facebook nunca ha hecho buenas sugerencias de amistad y eso todos lo sabemos, sin embargo; esta es la historia de una excepción. Gabriel Rodríguez Liceaga apareció enlistado hace ya unos ayeres, comencé a seguirlo pues era amigo en común de mi hermana y de otros amigos muy queridos, después leí dos o tres posts que me hicieron reír, acto seguido te enteras que es escritor, publicista e hincha del Cruz Azul (alma entusiasta, diría él). 
Aceptó muy amablemente esta entrevista, sin ninguna restricción ni exigencia a pesar de que su reciente novela “La Felicidad de los perros del terremoto” es su octavo libro publicado y el primero por una de las grandes casas editoriales, Random House Mondadori.​ ​Dedicó a Taratara una muy valiosa hora que pudieron ser fácilmente tres, y esto lo digo sin exageración pues en los primeros 5 minutos ya había hablado de su hermana, de decoración del hogar, de un viaje a Perú, de la adquisición de arte sacro robado, de enredos de oficina. Si esta hubiera sido una reunión presencial, terminaba en chorcha, en tertulia de las buenas, de esas que todos extrañamos en esta Cuarentena. Gabriel Rodríguez-Liceaga ha narrado muchas historias y tiene muchas más por narrar además de un un estilo muy particular de narrarlas, lo cual a mi parecer es lo que lo convierte en un autor digno de nota en el actual entorno literario y por ello también es que procuré estorbarle poco y aquí concatenar y presentárselos. A agua pasada me doy cuenta que hubiera sido más sencillo publicar el video pero él no se peinó y por ello hemos decidido publicarla en dos partes
Sus inicios en la Literatura
Su ímpetu por narrar, (aunque antes no lo fraseara así) lo ha tenido desde muy chico, a los 14 o 15 años quería escribir, pero escribir videojuegos y hacia esquemas, desarrollaba la historia, los personajes, la acción, etc. Pensando en de dónde heredó el gusto por narrar, me platica que anteriormente y desde una especie de egolatría, afirmaba que de ningún lado, era su búsqueda pero conforme ha pasado el tiempo se ha dado cuenta que no es así; encontró las credenciales de prensa de un tío abuelo que era redactor o recuerda que su abuela en el cartón de las medias escribía poemas con métrica, es decir, sin que le dieran un libro siempre estuvo rodeado de gente que a lo mejor no profesionalmente pero sí tenía estas necesidades de escribir.
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​Gabriel Rodríguez Liceaga decidió dedicarse formalmente a la Literatura a los 25 años, después de que lo corrieran de un empleo en una agencia de publicidad.
​Decidió dedicarse formalmente a la Literatura a los 25 años, después de que lo corrieran de un empleo en otra agencia de publicidad -procede, no sin agregar  que hay una buena historia en ese despido-y en medio de su preocupación porque ya vivía solo y tenía que pagar la renta, pagaba 2 mil pesos en una vecindad que no tenía agua, bonita y humilde, muy cerca de donde ahora vive – recuerdo haber leído sobre ella en una de sus ya desaparecidas columnas en Chilango- un amigo le sugirió que porque no en los 5 meses que aguantaba con su finiquito, hacía lo que siempre había querido hacer y escribir su libro, ese del que siempre hablaba. Decidió tomarse en serio la historia que quería contar.
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Evidentemente, su mayor influencia fueron los 11 años (casi una educación formal) de taller de creación literaria con su maestro Eusebio Ruvalcaba, empezó chavito a asistir al taller a los 20 años, y él les inculcó un respeto y un amor por la Literatura que: “a la fecha y a partir de pura necedad, sigue vive en mí” nos dice Gabriel. Le menciono el único título que he leído de su maestro, Diccionario Inofensivo, no lo ha leído porque Eusebio, sacaba 5 libros por año; se ríe recordando que decía que no producía tanto en comparación los Barrocos.
Vivir de la Literatura
Es imposible vivir de la Literatura en este país, donde tener talento es sinónimo de frustración; ni siquiera los que creemos que viven de la Literatura, lo consiguen, acaso sólo el 1%. Me había propuesto vivir de escribir a los 40 pero no lo voy a lograr pues los cumplo en las cejas de la pandemia. El anhelo es el que creo que está mal; sentirse víctima de una injusticia es una pendejada, este es el entorno en el que nos tocó crear y es un problema técnico más que se resuelve, como cuando uno paga mil varos para renovar la licencia del Word y tenemos que tener una doble vida en la que yo por ejemplo soy un cochino publicista y hago otras chambitas también; acabo de ser jurado de un premio de Novela, el chiste es estar trabajando y por eso creo que el anhelo es lo que está mal; no hay que querer vivir de escribir sino para escribir. Todo lo que yo hago durante el día es para que en algún momento de la noche pueda abrir el Word e intentar pergeñar unas líneas, la cuota diaria.
¿Posees la disciplina y te apegas al mandato de escribir diario y cierto número de líneas?
Yo tengo el problema de que soy alcohólico, bromea – y es que es muy chistoso, porque soy un desorden y me está pasando en esta cuarentena que según yo estoy frustrado de que no estoy escribiendo nada y valgo madres y si reviso ya llevo 60 páginas escritas; a mí me pasa eso, que de pronto siento que en lugar sentado escribiendo, estoy con la chamba, o con cuestiones emocionales o estoy triste, como que me pongo todos los obstáculos, pero tarde o temprano, acabo consiguiendo el paginado. En mi caso ya es algo que hago, osea, escribo como estornudo, ya es una parte muy natural, o sea ya me la pelé, ya no podría dejar de hacerlo. Estoy sorprendido que ahora en la cuarentena, se me han ocurrido muchas cosas, por ejemplo, estoy escribiendo una novela que me va a costar mucho trabajo por la estructura y porque es una novela que para que yo la escriba necesito que pase el tiempo y que el Mundo no se acabe, entonces pues aunada a esa novela, se me han ocurrido varias, se me ocurrió una novela de la pandemia obvio.
​Sería un lugar muy común, pero pues vas…
Se viene, COVID-19 una serie de Netflix – dice con voz de tráiler cinematográfico-se me ocurrió otra muy bonita de vagabundos, los vagabundos, ahorita están sacados de onda de ¿Dónde está la gente? Yo los veo más chiflados, vivo a una cuadra de Reforma y salgo a tirar la basura y están vueltos locos, los veo y estoy seguro de que ellos nos van a enterrar
Claro, tienen mejor sistema inmunológico que cualquiera de nosotros, intervengo
Debemos extraerles sus anticuerpos, anticuerpas
Que inclusivo (risas) Oye Gabriel, tengo entendido que fuiste poeta y luego cuentista
No, no, jamás. Yo a la Poesía la respeto como un género altísimo, la respeto tanto que sería incapaz de intentar o de procurar poesía. En algún momento de juventud escribí poemas, pero tuve el buen gusto de destruirlos, yo los eché al ícono de basura que está en la compu y un amigo los rescató en una USB y me amenazaba con hacerlos públicos, porque eran pura mamada, eran malísimos, eran frases con enter en medio. Afortunadamente este amigo ya no es mi amigo entonces pues ya desaparecieron (anécdota plasmada también en su novela anterior Aquí había una frontera, según recuerdo) Pero no, yo la Poesía y la Música las respeto mucho porque no sé cómo se hacen.
¿Y el Cuento, Gabriel?
Ese sí, ojo: el Cuento bajo ninguna circunstancia es trampolín a la Novela; de hecho, es el género más difícil de conseguir, a mí me encanta escribir Cuento, de hecho tengo un libro de cuentos inéditos que está buscando suerte en este momento. Yo creo que el Cuento es el género que nos va a salvar a todos porque aunque tiene mala fama y las editoriales te dicen que no quieren publicar Cuento, es donde se revela de qué pasta está hecho un escritor.
Sí claro, la capacidad de narrar una historia en poco espacio, tu uso de los adjetivos incluso –intervengo.
Y te vas dando cuenta, por ejemplo, el Cuento de finales del siglo pasado estuvo muy castigado por las modas por ejemplo de Raymond Carver, donde tú estás leyendo , (aunque tampoco lo inventó él) sólo la superficie, abajo había una trama más compleja, entonces todo el pinche mundo empezó a escribir cuentos así; de amas de casa que se ponen a llorar a mitad de la noche, Carver lo hacía con Maestría pero nada más. Yo creo que el Cuento va a evolucionar a otra cosa; La Novela es muy claro lo que está pasando:  La autoficción, la biografía de Coetzee, estoy leyendo ahorita a este guatemalteco que me tiene muy emocionado, Eduardo Halfon, pero eso es la Novela. El cuento, yo creo necesita reinventarse, vamos a ver quién levanta la mano y en dónde.
¿Y cuándo dijiste: va una Novela?
Pues no, no fue así, más bien uno se da cuenta del aliento de las tramas, o sea, yo creo que no tiene que ver con una decisión editorial, sino con una decisión de narrar, yo por ejemplo siempre quise contar las historia de un anciano que vivía en el mar y no conocía un edificio, a la inversa de estas historias de personas que viven en las ciudades y no conocen el mar, yo pensaba en este hombre que es pescador y nunca ha visto un edificio de 12 pisos, quería escribir esa novela y un día me dí cuenta que no existía esa novela, que era un cuento breve; ese era todo el cuento: había un trabajador de la mar que quería conocer un edificio y no hay nada más qué decir. Entonces yo creo que cada historia tiene su aliento en el imperio de la emoción, en cómo la escribes. No es que yo haya dicho- ah ya, suficiente con el cuento; no, cada idea tiene su estructura, últimamente, por ejemplo, se me están ocurriendo obras de teatro, pero yo qué sé de escribir obras de teatro, tiene que ver tal vez con que el teatro es formidable y sin embargo quisiera antes de morirme escribir dos, sí quisiera tener dos obras de teatro en mi vida. En una nota personal, me atrevo a imaginarlo escribiendo obras del estilo de Pirandello, pero esta es mi absoluta conjetura por la forma en que maneja los desenlaces de sus historias, de lo cual hablamos hacia el final de la entrevista. 
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​A parte de la meta de vivir de la Literatura, ¿tienes alguna otra meta como escritor?
Sí, me gustaría escribir dos películas y dos obras de teatro. El cine me emociona mucho, es padre porque luego me preguntan que cuales son mis influencias literarias y me doy cuenta que mis influencias son de cine, los libros los leo ya por disfrute no para que me sigan instruyendo, en cambio el cine sí, constantemente me detona inspiración. Las dos películas que quisiera escribir ya las tengo meditadas, lo que pasa es que ¿sabes qué hago? Lo he hecho 3 veces, cuando cumplí 20, decidí qué iba a escribir cuando cumpliera 30, cuando cumplí 30 decidí qué iba a escribir para cuando cumpliera 40 y ahora que voy a cumplir 40 ya hice un plan de lo que se viene en mi vida y ya están contempladas estas cosas. Hay un par de novelas de las que llevo años huyendo por cobardía y si no las empiezo pues ya me voy a morir – y además tu perspectiva sobre los sucesos narrados, va a cambiar, los vas a madurar diferente- acoto.  ¿Pero sabes qué? Siempre lo cumplo- me dice con cara de convicción- te digo, dentro de mi caos, soy bastante disciplinado.
Claro, lo que a ojo externo puede parecer caos, puede ser tu orden particular. Y ahora, vayamos a la publicidad, ¿cómo llegaste? En la reciente novela, escribes que la publicidad está llena de artistas frustrados, ¿qué te lleva a la publicidad?
Bueno, yo llegué porque mi padre quedó en bancarrota y tuve que entrar a trabajar. Mi madre cuando cumplí los 18 años, me dijo a chingarle, aquí no quiero huevones, mi madre era un ser sabio y el mero día de mi cumpleaños me paró y me dijo: hoy empiezas. Entonces entré a trabajar en Blockbuster barriendo y acomodando películas y yo, de alguna manera me di cuenta que no quería barrer y acomodar películas por mucho tiempo y entonces empecé a llevar porque antes no enviabas, no había mail  pues, ibas a la recepción y entregabas tu currículum y yo trataba de salir siempre con un teléfono y hablaba y les decía: oigan dejé mi currículum,  quiero trabajar en una agencia, hasta que en una me dijeron que sí y de eso ya tiene 20 años, estoy un poco harto de la publicidad , se ríe. Y 20 años muy itinerantes porque entre los 25 y los 33, trabajaba cinco meses y renunciaba para escribir, ahorraba, lo que pasa es que ahora ya es imposible ese esquema porque ya la renta está muy cara, uno necesita tener dinero. -Y además la colonia donde vives, no es precisamente barata- apunto- Estaba aterrado porque ves letreros de se renta y marcas y 17 mil, 22 mil pesos pero este que encontré para la zona y mis libreros, porque yo lo que necesito es que quepan mis libreros, no está tan caro, a la zona le tengo mucho cariño; aquí vivió Juan Rulfo, Juan José Arreola, Josefina Vicens y tenía su despacho Octavio Paz.
Y hablando de las colonias de la Ciudad, ¿cómo forjaste tu relación con ella? siempre la narras y te influye mucho, tenías tu columna en Chilango incluso.
Amo la Ciudad de México aun siendo el cuchitril que es. Ahorita estaba hablando con una amiga y le decía que ya no me meto al Metro, toda mi juventud hasta los 29 años me transporté en Metro pero ahorita ya tengo que cuidar mi sensibilidad, ya no soy un jovencito que pueda arriesgar horas, tengo que proteger mis sentidos, más ahora que ya soy un señor de 40 años. Meterse al metro es renunciar a la belleza, ya no hay forma de encontrar la belleza en ese, el peor escollo de la Humanidad. Es inhumano transportarse en metro, es terrible. Bueno, pero esto que te digo es otra forma de amar a la Ciudad, que ella misma te obliga a encontrarla la de manera diferente, ahora por ejemplo me he visto forzado a andar en bicicleta, cosa que me da mucha felicidad, meterme al bosque de Chapultepec en bicicleta es una maravilla que ahorita en tiempos de encierro, extraño. Yo adoro la Ciudad, pero me doy cuenta que es imperativo que salga de ella tanto físicamente como en lo que escribo. La novela que estoy escribiendo ahora tiene por objetivo que yo recorra lugares de país en donde no he estado. Mi intención, si cae la beca y ahorro lo suficiente, es irme 8 meses es viajar por todo el país para escribir desde otros lados. Si te fijas, “La Felicidad de los perros del terremoto” es mi despedida de la Ciudad, porque acaba con el chilango que no tiene otra opción que ir a contaminar en un paraje lejano del mundo. Pues yo ya quiero eso; la otra novela que tengo en mente es sobre unos rusos, quiero abandonar la comodidad capitalina.
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Te creí con un afán a lo Monsiváis y narrar la Ciudad siempre, pero al parecer, no es así…
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Pues en una de esas, como es la vida, no? Yo quería escribir esta novela que implicaba que fuera a Jiquilpan y a Tecolutla y pues no puedo salir y está cabrón, todo lo que he avanzado de esa novela ha sido desde el encierro, entonces estoy hablando de la Ciudad.  “Aquí había una frontera” siempre la pensé como un canto de amor a la Ciudad de México, espero que pronto sea editada por una editorial que no la secuestre en una bodega, pero esa novela sí es mi amor juvenil a la Ciudad, la novela acaba en Garibaldi, recorre las cantinas del Centro Histórico.
En “Aquí había una frontera” se oye la música de la Ciudad, en “La felicidad de los perros del terremoto” también, el reggaetón es genero urbano, ¿pero cómo llegas a la mezcla con el tango?
Bueno, lo digo en la novela, los dos géneros son una representación vertical de un sentimiento horizontal, el perreo no es más que coger de manera vedada y el tango eso una cogida simbólica, quiero decir una relación sexual.
Claro el baile; ¿pero el género?
Hay letras de tango que a la fecha me hacen llorar, hay tangos que descubro y digo wow. A mí me gusta mucho por influencia evidentemente juvenil de Cortázar y porque mi mejor amigo de todos los tiempos toca el bandoneón, pero en este caso más bien es una burla, me estoy burlando porque el reggaetón pareciera que es indestructible, de pronto se apoderó del mundo y yo creo que como todo, tiene fecha de caducidad, todos los sistemas tienen implícita su autodestrucción. Así como ahorita ya no hay género tropical, o sea, la música tropical ya nadie la hace, va a desaparecer el reggaetón en unos años y entonces me daba mucha risa que en la novela se prefigurara esta destrucción a partir del tango, de un reggaetonero que decide escribir tangos que me parece que es el último acto de estupidez.(risas) Al final Biuti Full (uno de los protagonistas de “La Felicidad ), es un tarado, es un güey incapaz de crear belleza a pesar de que su vida interior es muy intensa y tiene sus inseguridades y ansiedades de creador, el güey es incapaz de escribir una línea (se ríe) y por eso me encanta Biuti Full, yo digo que hay más mío en el reggaetonero que en el publicista(Luis Pastrana,el otro protagonista). Al publicista yo lo veo muy desde afuera y en cambio Biuti Full, incluso sus ansiedades son muy parecidas a las que me dieron en su momento.
Hablas de las ansiedades de creador y la in/capacidad de crear belleza pero creo que al final siempre lo logras, como el porqué de titular así a tu última novela, a pesar de que narras historias atroces o muy cutres
Creo que una de las muchas labores de la Literatura es señalar todo lo que está mal en el alma humana, eso siempre lo digo y dentro de esta iluminación de lo oscuro, está por contraparte la belleza, o sea, yo trabajo para la belleza, mi amo no es la historia ruin de una ciudad llena de ratas sino lo que hay bello en eso, siempre lo he tenido claro, creo que si nada más narraras lo lumpen, te quedas en la superficie. Por ejemplo mis personajes, ya trato de que no (por una bola de reflexiones que no vienen al caso) ya no quiero escribir personajes que sean tan machitos, tan tontamente masculinos pero si te fijas todos mis personajes quesque lo son así, acaban teniendo un quiebre y entonces yo sí creo que en estas dos novelas estoy escribiendo de la caída de la masculinidad, de la derrota completa de las estructuras masculinas en la sociedad mexicana; entonces todos mis hombres se doblan como popotes y todos son víctimas de las mujeres tomando ya las decisiones importantes del siglo . Y es un poco lo mismo, es como narrar la sinrazón en la que vivimos, está cabrón que estén atacando a los trabajadores de la Salud (Doctores, Doctoras, enfermeras y enfermeros) que les avienten lejía llegando a sus casas, eso sale de todo aquello que yo pueda entender y no puedo creer que exista eso en este mundo y todos los días nos sorprende una noticia así. Cada vez es más como rasparle a la olla, encontrar lo hermoso dentro de lo grotesco y ya no es en lo grotesco, es en la sinrazón, ya hay que rastrear la belleza, esa es la patrona.
Y hablando de tus personajes femeninos, que las escribes muy poco ideales o idealizadas, y las relaciones que tienen con tus personajes masculinos; ¿te imaginas escribiendo un romance clásico o por lo menos una novela donde haya una relación feliz o no tan neurótica por lo menos?
Sí sí lo he intentado ( se ríe) bueno , te voy a contar; escribí un cuento hace poco que es una historia de amor pero lo que hice fue ponerla en un escenario asqueroso, en uno de los peores escenarios del mundo , es decir ubicas estas películas que se llaman I spit on your grave, que es una fórmula norteamericana en donde hacen remakes cada cierto tiempo y la premisa básica es que una chica es violada en el bosque y ella vuelve años después para cobrar venganza de sus captores, torturándolos. Pues en mi cuento hacen un remake mexicano de esta historia y la sociedad mexicana la acepta mal, le va muy mal  a la película y entonces para que la renten y la pongan en Netflix deciden 3 años después  filmar bloopers para bajarle el nivel de violencia, se vuelven a juntar todos los actores a reactuar estas violaciones y te das cuenta que les afectó muchísimo en su vida, que haber hecho este papel les jodió las carreras y ahora tienen que volverlo a hacer pero de manera chusca y en este entorno brutal y complejo quise encontrar una historia de amor (risas)y entonces dos de los protagonistas  se enamoran(risas). Estoy dispuesto a escribir una historia de amor pero no me salen tan normales (más risas).
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En esta novela nueva que estoy escribiendo, sí quería que el protagonista tuviera una novia a la que amaba pero después yo me separé de la novia a la que amaba y eso obligó a mi personaje a volver a los derroteros de la búsqueda del amor.
A eso va mi siguiente pregunta, ¿cómo distingues tu voz narrativa de cuando estás entregando un cachito de tu vida?
Un buen escritor debe alejarse cada vez más de sus estúpidos sentimientos y de sus estúpidos recuerdos. Esto lo dice Melville: “escribir de una herida que te duela tanto que acabe lastimando a todos, que le acabe doliendo a todos”. Ese es el punto, todo el viaje es hacia adentro de manera que fluya hacia fuera, y para ir hacia dentro, te tienes que ir dejando atrás. Yo sí creo que en lo que he escrito hasta ahora sobre todo en novela, en cuento no, sí hay un rastro autobiográfico, unas migajas que he ido soltando de mi vida pero en la mayoría de los casos es consciente y porque así yo lo decidí, porque estoy convencido de que mi vida no le puede importar a ningún lector y mi trabajo es ver las cosas y traducirlas de modo que cuenten una historia, si yo tengo el corazón roto a quién le puede importar, pero es parte de la universalidad porque todos hemos tenido el corazón así, uno escribe a partir de sí para todos. Por ejemplo, la novela que estoy escribiendo ahora es sobre la muerte de mi padre de alguna manera, no es de eso pero está presente, es mi obsesión, es de lo que siempre escribo, así como Borges hablaba de laberintos y espadas, a mí la paternidad me interesa muchísimo en novela, en cuento no, en cuento me doy otras libertades. También ya quiero abandonar eso, siempre lo digo, escribí una suerte de tetralogía de la orfandad y acaba con la que estoy escribiendo ahora, pero ya quiero pasar a otros temas, ya no quiero seguir escribiendo sobre la búsqueda de la paternidad. Ya escribí 5 y ya soy un hombre. Es que son mamadas, en México estamos obsesionados sobre la búsqueda del amor, sobre los temas paternales; pudiendo escribir sobre el honor, sobre la búsqueda de una ética propia, sobre la amistad, sobre tener claridad o sea , Kavaffis todos los días le pedía a Dios que le diera claridad literaria y en cambio nosotros decimos: “Ay ojalá conozca yo hoy a Lupita” Basta, debemos ser humanos más integrales y eso , se tiene que ver relajado en lo que hacemos, yo creo que mis obsesiones con la paternidad estuvieron bien porque me llevaron a contar historias que sí quería contar, a mí me gustan mis novelas porque sí conté lo que quería contar en el momento que lo quería contar.

FINAL DE LA PRIMERA PARTE 


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