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Por Anthony Vásquez
Cazador de historias
@DriveSteam

#TarataraLegacy

INSTINTOS ARCAICOS
La cueva de los antropófagos 



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VIERNES 15 DE ABRIL DE 2016
A pesar de miles y miles de años de evolución, de refinamiento y crecimiento social que ha tenido el ser humano, aun subyacen en su psique instintos primitivos, dignos de aquellos tiempos en que debían de hacer lo que fuera necesario para sobrevivir. Sólo qué ahora estos instintos se detonan en situaciones limite o cuando por causas externas o internas el funcionamiento mental no es el... Adecuado.
Sawney Beane es una muestra de ello. Nacido en East Lothian, en las cercanías de Edimburgo por ahí de 1390, creció granjero y trabajó en ello hasta que le dio un gran cambio a su vida. Dado a la holgazanería y a las malas actividades un día conoció a una chica que le seguía el juego y decidieron irse a vivir lejos de la gente, en lo espeso del bosque.
Su refugio fue una cueva en las cercanías de Galloway, un lugar por donde nadie solía ir; ahí vivieron casi un cuarto de siglo al más puro estilo de las cavernas, sin que nadie les echara de menos ni que mucho menos imaginara lo que ahí ocurría. Teniendo hijos entre ellos dos y también otros, fruto del incesto entre Sawney y sus hijas, o entre los mismos hermanos, contabilizando casi 50 personas en 25 años que duró su estadio en la cueva.
Como es de suponerse, un grupo tan numeroso involucra necesidades importantes de vestimenta, hábitat y alimento; de estos, los dos primeros eran pasados por alto soberbiamente, pero el tercero es imposible de ignorar. Así que la única forma que encontraron para alimentarse fue la antropofagia o lo que es comúnmente conocido como: canibalismo.
Y en efecto, la "jauría" de Beane (ya que al inicio se asociaban las muertes con lobos) se dedicaba a atacar en caminos solitarios por donde transitaban personas a pie, comúnmente viajeros o lo que fueran... Mientras se pudieran comer. Les daban muerte de forma rápida y llevaban los cuerpos a su guarida, donde los destazaban y comían, además de preparar los sobrantes para los días siguientes. Algunas veces cazaban de más y se veían obligados a deshacerse de las piezas que ya estaban más putrefactas, echándolas al mar o dejándolas tiradas en terrenos lejanos a la cueva. Pero no tomaron en cuenta que las corrientes costeras depositaban los restos en otras playas que si eran muy frecuentadas, iniciando así la psicosis entre la población.
Lo que vino a continuación no fue el fin de los homicidios, sino la búsqueda de chivos expiatorios por parte de las autoridades, mismas que culpaban a ladrones, lobos e incluso a los propietarios de las posadas donde testigos habían visto a los ahora occisos. Pero ni aun con las ejecuciones y encarcelamientos dejaban de desaparecer personas; lo que si ocurrió fue que al irse cerrando los hostales y posadas, la familia Beane comenzó a sufrir la escasez de "comida".
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Entonces se vieron obligados a romper una de sus normas, la cual consistía en no atacar a personas que viajaran a caballo, esto debido a la posibilidad que tenían para escapar y dar aviso. Los infortunados fueron un matrimonio que cabalgaba por la zona y sobre quienes se abalanzaron, dando muerte a la mujer y la misma suerte hubiera corrido el hombre de no ser que un grupo de hombres llegó e hizo que los caníbales huyeran hacia el bosque.
Ya con las pruebas de lo que realmente ocurría, fue que se organizó una búsqueda conformada por un buen número de hombres armados acompañados por perros, dando así con la oscura cueva donde los perros inequívocamente señalaban. En el interior se encontró una escena terrorífica, con piernas, brazos, torsos y demás partes humanas; algunas cocinadas, otras en salmuera y por otra parte las pertenencias de las víctimas.
Ese fue el fin de los homicidios y el destino de los Beane fue la ejecución inmediata, primero los hombres a los que les amputaron brazos, piernas y genitales, dejándoles desangrar. Las mujeres por su parte murieron quemadas en la hoguera.
Así se cerró un capítulo más donde los arcaicos instintos dominaron de nuevo. Leyenda o realidad, no lo sabemos con certeza.
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