IRON MAN 3
La formula de un superhéroe enlatado
Por Tania Rubio @TaniaRubio 2 DE MAYO DE 2013
El “verano fílmico” oficialmente ha
llegado a las salas cinematográficas. Muestra de ello es el éxito en taquilla
de la más reciente entrega de la saga del héroe de Marvel Comics: Iron Man, la
cual ha recaudado tan sólo en nuestro país en su primer fin de semana de
exhibición, alrededor de 207 millones de pesos, el segundo estreno más exitoso
de una película en México (tan sólo después de la cinta en la que también
participa este personaje, The Avengers).
Y es justamente The Avengers que reunió a los máximos héroes de acción de Marvel en un súper poderoso equipo capaz de batir récords de audiencia en las salas de cine, la que da inicio a esta tercera entrega de Iron Man; y que le da un sentido secuencial a su argumento como parte de ese estratégico plan maestro que ha ligado las películas de estos héroes, permitiéndoles funcionar exitosamente tanto en solitario como en grupo. Tras los hechos ocurridos en Nueva York -al reunirse con héroes como el mítico dios nórdico Thor, el legendario Capitán América, el temperamental Hulk, la sensual y mortífera Black Widow y varios agentes de S.H.I.E.L.D- Tony Stark (Robert Downey Jr.) está de vuelta en su vida “normal”… o lo normal que puede ser cuando eres un súper millonario genio e inventor, que en su tiempo libre mantiene una relación con la brillante mujer de negocios Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y que salva el mundo con cierta frecuencia dentro de la poderosa armadura que lo convierte en Iron Man. Sin embargo, Tony no parrandea ni se toma su papel con ligereza en esta ocasión. La pregunta surgida desde la película The Avengers, sobre qué es lo que queda al quitar todos esos artilugios tecnológicos, armaduras y grandes despliegues técnicos lo atormenta. |
Nuestro héroe empieza a enfrentar ataques de ansiedad y un insomnio crónico en su búsqueda por encontrarse a sí mismo. Después de todo, Tony Stark no cuenta
con súper poderes, ni con un oscuro pasado como otros héroes de historieta que han llegado a la pantalla grande. Stark es un hombre inteligente, divertido y hasta un poco pedante, que disfruta ser el héroe. Después de todo, es tan sólo “un tipo normal dentro de una lata”. La soberbia y vanidad propia de este magnate gigoló muestra por fin una pequeña fractura que lo lleva a enfrentarse con su propia inseguridad.
El argumento dentro de esta última entrega de la saga, nos presenta al joven Tony del pasado y su conquista fugaz con la brillante científica Maya (Rebecca Hall) que en aquel momento, estudiaba la regeneración de los cuerpos y a la cual no vuelve a ver después de esa noche. El Tony actual tiene una relación con su incondicional Pepper pero su obsesión e insomnio ponen en peligro la aparente estabilidad de su vida personal, cuando pasa noches enteras de insomnio construyendo y perfeccionando prototipos de armaduras de forma compulsiva.
Al mismo tiempo, aparece en escena un villano que asemeja mucho a los que vemos en la actualidad aunque llevado a niveles de historieta de acción por supuesto.
Se trata de un misterioso terrorista que se considera a sí mismo un “maestro” dispuesto a enseñar a la humanidad que no existen los llamados “héroes” y que cumple sus amenazas de castigar la supremacía estadounidense, interviniendo para ello las telecomunicaciones y creando un ambiente de pánico y paranoia generalizados. Este villano se hace llamar El Mandarín (interpretado fabulosamente por Ben Kinsgsley) y que se convierte en una parodia crítica a la paranoia destructiva que se vive actualmente en Norteamérica.
con súper poderes, ni con un oscuro pasado como otros héroes de historieta que han llegado a la pantalla grande. Stark es un hombre inteligente, divertido y hasta un poco pedante, que disfruta ser el héroe. Después de todo, es tan sólo “un tipo normal dentro de una lata”. La soberbia y vanidad propia de este magnate gigoló muestra por fin una pequeña fractura que lo lleva a enfrentarse con su propia inseguridad.
El argumento dentro de esta última entrega de la saga, nos presenta al joven Tony del pasado y su conquista fugaz con la brillante científica Maya (Rebecca Hall) que en aquel momento, estudiaba la regeneración de los cuerpos y a la cual no vuelve a ver después de esa noche. El Tony actual tiene una relación con su incondicional Pepper pero su obsesión e insomnio ponen en peligro la aparente estabilidad de su vida personal, cuando pasa noches enteras de insomnio construyendo y perfeccionando prototipos de armaduras de forma compulsiva.
Al mismo tiempo, aparece en escena un villano que asemeja mucho a los que vemos en la actualidad aunque llevado a niveles de historieta de acción por supuesto.
Se trata de un misterioso terrorista que se considera a sí mismo un “maestro” dispuesto a enseñar a la humanidad que no existen los llamados “héroes” y que cumple sus amenazas de castigar la supremacía estadounidense, interviniendo para ello las telecomunicaciones y creando un ambiente de pánico y paranoia generalizados. Este villano se hace llamar El Mandarín (interpretado fabulosamente por Ben Kinsgsley) y que se convierte en una parodia crítica a la paranoia destructiva que se vive actualmente en Norteamérica.
Esta gran amenaza terrorista, aunada al pasado que regresa a perseguir a Tony Stark, de la mano del genio maléfico y demente de Aldrich Killian (Guy Pierce); harán que nuestro protagonista pierda los cabales y se sumerja en una aventura que en vez de intentar sumergirse en la psicología profunda de un héroe (como lo hiciera el Batman de Cristopher Nolan), nunca abandona el tono de comedia al que nos tiene acostumbrado este personaje en su adaptación cinematográfica y opta por el espíritu de redención a veces semejante a un especial navideño (con todo y el niño geek que se convierte en su amigo y le ayuda a encontrar las respuestas que buscaba).
La trama por supuesto resulta fácil de predecir como ocurre en este tipo de películas. Sin embargo, la historia coescrita y dirigida por Shane Black tiene sus propios giros y sorpresas y logra un ritmo vertiginoso y emocionante. La acción y la manufactura de la cinta en general no tiene fallos, exhibiendo secuencias de acción al por mayor. Valdría la pena hacer la correspondiente advertencia para los fanáticos de este personaje que puede resultarles un tanto molesta, y es que el famoso Mandarín -que es conocido como uno los némesis por excelencia en las historietas- no es después de todo, el villano principal de esta cinta (como sugerían los avances)… ya descubrirán el porqué. |
En el apartado actoral, el reparto cumple más que satisfactoriamente. Robert Downey Jr, imprime todo su carisma una vez más a Tony Stark que afortunadamente para quienes disfrutamos de la presencia y personalidad de su protagonista, cuenta con mucho más tiempo en pantalla fuera de su equipada “lata” o armadura. Ben Kingsley en los pocos minutos a cuadro y con sus dos facetas, logra robar cámara al mismísimo protagonista y da una clase de actuación de forma espontánea. Gwyneth Paltrow cuenta también con más tiempo en pantalla para su lucimiento como copartícipe de la acción y Guy Pearce completa el cuadro como el hombre de ciencia que pasa de brillante adolescente nerd, a villano resentido con la sociedad.
Algunos han criticado esta tercera parte de la saga y la han comparado con la aplaudida trilogía de Batman. Aunque el desarrollo tiene sus flaquezas e impases, y definitivamente no alcanza a la primera parte de la saga del hombre de hojalata, pero supera a su inmediata predecesora que fue calificada en ocasiones como un glorificado tráiler para The Avengers. Las comparaciones con el caballero oscuro no vienen al caso al tratarse de personajes completamente opuestos: mientras que el héroe de DC Comics es complejo, oscuro, dañado y reflexivo, Stark se ostenta como carismático, despreocupado, fiestero, arrogante y vanidoso pero eso sí, con un encanto innegable.
Shane Black decide enfrentar al héroe consigo mismo, pero en vez de transitar por un camino lleno de penurias, lo hace de forma divertida respetando los elementos que llevaron a la cinta al éxito y al personaje de Iron Man al gusto de las masas que han acudido al cine puntualmente a cada cita cinematográfica de este singular héroe. La redención en esta ocasión, no da como resultado un héroe renacido de sus cenizas, sino un hombre que se descubre y se acepta nuevamente como ese tipo dentro de una lata… pero como un tipo genial al final de cuentas: un mecánico, un hombre “normal” pero extraordinario, que construye y crea artilugios que le
permiten continuar siendo cómodamente ese encantador vanidoso multimillonario que puede aún salvar el día cuando se le ocurra.
Algunos han criticado esta tercera parte de la saga y la han comparado con la aplaudida trilogía de Batman. Aunque el desarrollo tiene sus flaquezas e impases, y definitivamente no alcanza a la primera parte de la saga del hombre de hojalata, pero supera a su inmediata predecesora que fue calificada en ocasiones como un glorificado tráiler para The Avengers. Las comparaciones con el caballero oscuro no vienen al caso al tratarse de personajes completamente opuestos: mientras que el héroe de DC Comics es complejo, oscuro, dañado y reflexivo, Stark se ostenta como carismático, despreocupado, fiestero, arrogante y vanidoso pero eso sí, con un encanto innegable.
Shane Black decide enfrentar al héroe consigo mismo, pero en vez de transitar por un camino lleno de penurias, lo hace de forma divertida respetando los elementos que llevaron a la cinta al éxito y al personaje de Iron Man al gusto de las masas que han acudido al cine puntualmente a cada cita cinematográfica de este singular héroe. La redención en esta ocasión, no da como resultado un héroe renacido de sus cenizas, sino un hombre que se descubre y se acepta nuevamente como ese tipo dentro de una lata… pero como un tipo genial al final de cuentas: un mecánico, un hombre “normal” pero extraordinario, que construye y crea artilugios que le
permiten continuar siendo cómodamente ese encantador vanidoso multimillonario que puede aún salvar el día cuando se le ocurra.
Los diálogos ingeniosos nuevamente se hacen presentes y la cinta fluye sin mayor trascendencia pero ofreciendo un rato divertido y de entretenimiento puro hasta el chascarrillo final que es costumbre ya de las películas de la casa Marvel.
Ben Kingsley podría haber sido más aprovechado y complacer quizá a algunos de sus más fervientes fanáticos. Robert Downey Jr. le ha brindado su carismática y avasalladora personalidad al personaje lo cual se demuestra en el triunfo en taquilla de esta franquicia y la frontera entre el actor y Tony Stark se ha desdibujado de tal manera que es difícil imaginar dónde empieza uno y termina el otro. Podríamos señalar quizá la gran cantidad de elementos que buscaron ser integrados a esta entrega y que no terminan de desarrollarse completamente. Con altibajos y lejos aún de la primera parte de esta saga, Iron Man 3 demuestra una vez más que “la misma fórmula enlatada” funciona y ofrece un consistente ¿cierre? a esta exitosa trilogía. Lo que sí podemos apuntalar, es que si el presumido y encantador robacorazones envuelto en hojalata y artilugios tecnológicos decide regresar próximamente a la pantalla, deberá contratar a un mecánico que sepa ajustar las piezas y aportar algo verdaderamente fresco a esta historia. |
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