TARATARA
  • SECCIONES
    • Bienestar
    • Celebridades
    • Cultura Hipster
    • Entrevistas
    • Glamour
    • Perspectiva Deportiva
    • Playlist
  • STAFF
  • CONTACTO
  • FRASES Y PENSAMIENTOS
  • SECCIONES
    • Bienestar
    • Celebridades
    • Cultura Hipster
    • Entrevistas
    • Glamour
    • Perspectiva Deportiva
    • Playlist
  • STAFF
  • CONTACTO
  • FRASES Y PENSAMIENTOS

Imagen
Por Anthony Vásquez
Cazador de historias
@888_459


JUAN VALDIVIA
El soldado cureña

 
Imagen
VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Tras el estallido del movimiento independentista en la Nueva España, los grupos de los caudillos insurrectos se vieron nutridos en gran medida por hombres y mujeres provenientes de los sectores oprimidos de la sociedad; campesinos, peones y esclavos. Junto con ellos una minoría de criollos y españoles que se verían favorecidos si el movimiento prosperaba.

Al principio las victorias fueron fáciles, ya que en la Nueva España, al ser un lugar relativamente pacífico, se disponía de pocos contingentes de soldados y por consiguiente reducido poder de respuesta ante los insurrectos que se bastaban para pelear con sus machetes, ondas, trinches y por lo general herramientas de trabajo. Las pocas armas que tenían eran de soldados desertores o las que obtenían del enemigo.

Pero ya cuando el movimiento demostró que no era una revuelta aislada, entonces sí, se envío contra ellos a todas las tropas disponibles, momento en el que las victorias insurrectas fueron siendo menores, ya que los cañones y las armas de fuego daban considerable ventaja a las fuerzas realistas.

Los cañones fueron armas muy codiciadas, ya que suponía una excelente manera para atacar bastiones o reducir a las infantería, tanto un bando planeaba estrategias para quitárselos al enemigo, como el otro los defendía y en muchos casos prefería destruirlos a dejarlos en manos insurgentes. Y es a causa de una de esas acciones que un hombre se transformó en héroe la noche del 14 de abril de 1811. Ese día las tropas insurgentes de Ignacio Rayón tomaban por asalto una hacienda en el cerro del grillo, cerca de Zacatecas, lugar donde los realistas se habían pertrechado dispuestos a resistir el embate del enemigo.

El contingente de Rayón no contaba con potencia de fuego y solo disponía de armas cuerpo a cuerpo, situación que auguraba un largo enfrentamiento. Durante el ataque, los insurgentes encuentran un cañón pequeño al que le habían quemado la cureña, (artilugio sobre el que se monta el cañón, y con el cual se apunta) tratan por varios medios de acomodarlo para poder disparar, pero no tienen éxito en su cometido.
Muy cerca estaba un hombre fornido llamado Juan Valdivia, quien viendo la situación decide ofrecerse para que pongan el cañón en su espalda y así pueda ser disparado, hecho que era una tremenda locura, pero dado el fragor de la batalla su propuesta es aceptada. Valdivia toma posición en el suelo y tras colocarle algunos trapos sobre su espalda le ponen el cañón y lo sostienen mientras cargan la pólvora y la bala, luego toma la posición deseada para apuntar y el pesado hierro sobre de su humanidad es disparado; sus oídos se llenan de un fuerte zumbido, sus piernas y brazos se sienten como madera crujiendo, su espalda cede fracturándose en numerosos sitios...

De nuevo vuelven a cargar el pesado artefacto, Mientras Valdivia siente que su cuerpo se desquebraja, pero no hay tiempo de recuperarse y hacen una segunda detonación, suficiente para romper los muros del enemigo y asegurar la victoria. Al poco tiempo las fuerzas realistas son sometidas y las tropas insurgentes pueden abastecerse y tener un lugar para reponer fuerzas, así se sentarían las bases para la toma de Zacatecas, pero esa victoria también le costaría la vida al heroico Juan Valdivia... El soldado cureña.

Nos gusta leer tus comentarios te invitamos a que los escribas en  la sección de contacto o en nuestras cuentas de Twitter y Facebook

Imagen
Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.