
JUAN VALDIVIA
El soldado cureña
El soldado cureña
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VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Tras el
estallido del movimiento independentista en la Nueva España, los grupos de los
caudillos insurrectos se vieron nutridos en gran medida por hombres y mujeres
provenientes de los sectores oprimidos de la sociedad; campesinos, peones y
esclavos. Junto con ellos una minoría de criollos y españoles que se verían
favorecidos si el movimiento prosperaba.
Al principio las victorias fueron fáciles, ya que en la Nueva España, al ser un lugar relativamente pacífico, se disponía de pocos contingentes de soldados y por consiguiente reducido poder de respuesta ante los insurrectos que se bastaban para pelear con sus machetes, ondas, trinches y por lo general herramientas de trabajo. Las pocas armas que tenían eran de soldados desertores o las que obtenían del enemigo. |
Pero ya cuando
el movimiento demostró que no era una revuelta aislada, entonces sí, se envío
contra ellos a todas las tropas disponibles, momento en el que las victorias
insurrectas fueron siendo menores, ya que los cañones y las armas de fuego
daban considerable ventaja a las fuerzas realistas.
Los cañones fueron armas muy codiciadas, ya que suponía una excelente manera para atacar bastiones o reducir a las infantería, tanto un bando planeaba estrategias para quitárselos al enemigo, como el otro los defendía y en muchos casos prefería destruirlos a dejarlos en manos insurgentes. Y es a causa de una de esas acciones que un hombre se transformó en héroe la noche del 14 de abril de 1811. Ese día las tropas insurgentes de Ignacio Rayón tomaban por asalto una hacienda en el cerro del grillo, cerca de Zacatecas, lugar donde los realistas se habían pertrechado dispuestos a resistir el embate del enemigo.
Los cañones fueron armas muy codiciadas, ya que suponía una excelente manera para atacar bastiones o reducir a las infantería, tanto un bando planeaba estrategias para quitárselos al enemigo, como el otro los defendía y en muchos casos prefería destruirlos a dejarlos en manos insurgentes. Y es a causa de una de esas acciones que un hombre se transformó en héroe la noche del 14 de abril de 1811. Ese día las tropas insurgentes de Ignacio Rayón tomaban por asalto una hacienda en el cerro del grillo, cerca de Zacatecas, lugar donde los realistas se habían pertrechado dispuestos a resistir el embate del enemigo.
El contingente
de Rayón no contaba con potencia de fuego y solo disponía de armas cuerpo a
cuerpo, situación que auguraba un largo enfrentamiento. Durante el ataque, los
insurgentes encuentran un cañón pequeño al que le habían quemado la cureña,
(artilugio sobre el que se monta el cañón, y con el cual se apunta) tratan por
varios medios de acomodarlo para poder disparar, pero no tienen éxito en su
cometido.
Muy cerca
estaba un hombre fornido llamado Juan Valdivia, quien viendo la situación
decide ofrecerse para que pongan el cañón en su espalda y así pueda ser
disparado, hecho que era una tremenda locura, pero dado el fragor de la batalla
su propuesta es aceptada. Valdivia toma
posición en el suelo y tras colocarle algunos trapos sobre su espalda le ponen
el cañón y lo sostienen mientras cargan la pólvora y la bala, luego toma la
posición deseada para apuntar y el pesado hierro sobre de su humanidad es
disparado; sus oídos se llenan de un fuerte zumbido, sus piernas y brazos se
sienten como madera crujiendo, su espalda cede fracturándose en numerosos
sitios...
De nuevo vuelven a cargar el pesado artefacto, Mientras Valdivia siente que su cuerpo se desquebraja, pero no hay tiempo de recuperarse y hacen una segunda detonación, suficiente para romper los muros del enemigo y asegurar la victoria. Al poco tiempo las fuerzas realistas son sometidas y las tropas insurgentes pueden abastecerse y tener un lugar para reponer fuerzas, así se sentarían las bases para la toma de Zacatecas, pero esa victoria también le costaría la vida al heroico Juan Valdivia... El soldado cureña.
De nuevo vuelven a cargar el pesado artefacto, Mientras Valdivia siente que su cuerpo se desquebraja, pero no hay tiempo de recuperarse y hacen una segunda detonación, suficiente para romper los muros del enemigo y asegurar la victoria. Al poco tiempo las fuerzas realistas son sometidas y las tropas insurgentes pueden abastecerse y tener un lugar para reponer fuerzas, así se sentarían las bases para la toma de Zacatecas, pero esa victoria también le costaría la vida al heroico Juan Valdivia... El soldado cureña.
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