LITTLE BIG HORN
Custer y su peligroso ego VIERNES 4 DE JULIO DE 2014
En 1874 con el descubrimiento de oro en
las colinas del territorio de Dakota se vio avivada la fiebre del oro y trajo
con ello a cientos de colonos en busca de riquezas y algo más, la creación de
asentamiento en pro del progreso. Lo que no tenían en cuenta es que esto
levantaría ámpula en las tribus de indios nativos, ese lugar era sagrado para
ellos, reservado solo para los espíritus.
Como es de esperarse los nativos se opusieron, ante lo cual el gobierno ideó una salida, comprarles las tierras; cosa que los indios aceptaron si se les pagaban 600 millones de dólares, cifra que el gobierno desechó y redujo a solo seis míseros millones. Las negociaciones se alargaron y finalmente en 1876 no se llegó a ningún acuerdo, la posesión de las tierras se decidiría a plomo y sangre como en otros tiempos. Los indios se movieron a territorios de Montana donde esperarían el embate enemigo, por su parte el ejército envió espías para calcular la fuerza del enemigos, tales espías hicieron mal sus cálculos y reportaron que las fuerzas nativas no superaban los mil elementos. Con la información de los espías se decidió reducir a los indios con fuerza desmedida, así se daría un buen escarmiento. |
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El contingente del ejército se dividiría
en tres columnas a cargo de los generales: Sheridan, Cook y Terry,
respectivamente; generando así una maniobra envolvente. Es en la tercera
columna, a cargo de Terry, donde como unidad principal cabalgaban los
legendarios jinetes del séptimo de caballería, héroes para unos villanos para otros,
al mando de ellos el "cabellos largos" teniente George Armstrong
Custer; otrora héroe en la guerra civil estadounidense y otras guerras contra
indios. Polémico por su tendencia rebelde, gustaba desobedecer órdenes aunque
ello pusiera en riesgo a los elementos bajo su mando, elementos que a pesar de
ello le eran leales y lo consideraban un excelente líder, aun así, ello no le
salvó de severas reprimendas por parte de los altos mandos.
Como era de esperarse el 21 de junio de
1876, Custer dominado por su confianza, pide permiso a Terry para adelantarse
con su regimiento, Terry acepta bajo la premisa de que Custer solo hiciera
reconocimiento del área y esperara su llegada para atacar.
El séptimo partió a paso veloz, llegando el 25 de junio a las inmediaciones de Little Big Horn, a unos kilómetros del campamento indio, las fuerzas de Custer se componían de 12 escuadrones a caballo, 200 efectivos de apoyo, y unas carretas con parque y provisiones, en total 855 soldados. Es ahí cuando el egocentrismo de Custer se vuelve a hacer presente, y pese a ver que los indios superaban el número previsto, no hace caso de esperar a Terry y dividen sus escuadrones en grupos con la orden de rodear el asentamiento y atacar, confiados en el elemento sorpresa. |
Los nativos en realidad ya los estaban
esperando, habían reunido una fuerza que superaba los 4000 hombres; eran una
alianza conformada por tribus: Siux, Cheyennes y Arapahoes, liderados por
"Caballo loco", "Toro sentado" y "Gall" que se
habían reforzado con armas compradas a contrabandistas.
La ofensiva de Custer fue de inmediato
repelida, primero con las armas y luego con una desbandada de indios sedientos
de venganza, pronto la situación fue insostenible para los escuadrones, siendo
el grupo de Custer sorprendido por una emboscada de "Caballo Loco". La
orden general fue una retirada defensiva, pero ya el campo de batalla era un
zafarrancho donde los soldados tapizaban el suelo por montones, de los
escuadrones de Custer solo quedo vivo un caballo de nombre "Comanche".
Parte de los otros escuadrones logro volver a la carreta de suministros, donde se pertrecharon y aguantaron los ataques indios hasta la llegada de Terry. |
Los que corrieron peor suerte fueron los
prisioneros en manos de los indios, con el bien sabido corte de cuero
cabelludo, amputaciones y demás torturas. El Cadáver de Custer solo fue objeto
de la amputación de un dedo y la perforación y abertura de los tímpanos.
Ese día fue una victoria gloriosa para las tribus nativas, que ya no corrieron asustados como era su costumbre, ese día lucharon hasta morir, aunque quizás muy tarde, ya que esa fue una de sus pocas victorias; en las sucesivas batallas la mayoría fueron derrotas. La presión del ejercito fue insostenible y finalmente los jefes tribales fueron capturados y encerrados con sus tribus en las reservas, dando fin con ello a la guerra contra los indios.
Ese día fue una victoria gloriosa para las tribus nativas, que ya no corrieron asustados como era su costumbre, ese día lucharon hasta morir, aunque quizás muy tarde, ya que esa fue una de sus pocas victorias; en las sucesivas batallas la mayoría fueron derrotas. La presión del ejercito fue insostenible y finalmente los jefes tribales fueron capturados y encerrados con sus tribus en las reservas, dando fin con ello a la guerra contra los indios.
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