LA MASACRE DEL PEREJIL
Los peligros del racismo en el poder
VIERNES 8 DE JULIO DE 2016
Corría el año de 1937, un doloroso hecho estaba por marcar de nuevo la historia con sangre; en República Dominicana, el presidente (más bien dictador) Rafael L. Trujillo llevaba meses promoviendo una campaña de odio hacia los inmigrantes haitianos (Haití y República Dominicana comparten una isla) estando el norte en posición de los haitianos y el sur por dominicanos, habiendo por lo tanto notables diferencias étnicas. |
Trujillo, defensor de la idea de la supremacías blancas había sembrado la idea de que los haitianos estaban dañando a la nación, ocupando empleos y trabajando tierras que deberían ser para los locales; además le alarmaba la creciente penetración y mezcla de la raza de color entre la población.
Por desgracia, estas ideas retrógradas hicieron eco en mentes igual de peligrosas que la de Trujillo, aristócratas, empresarios, alcaldes y terratenientes que exacerbaron un odio hacia los "invasores" pidiendo a Trujillo que encontrara una solución pronta e inmediata.
Trujillo ya tenia un sangriento plan en mente, sólo había estado aguardando por esa "luz verde" que se le dio el 2 de octubre en una cena ocurrida en Dabajón. Así que la barbarie inicio sin demora al día siguiente, cuando ejército, policía y colaboradores "entusiastas" recibieron la orden de buscar y matar a cuanto haitiano encontraran, sin distinguir sexo, edad ni condición. |
Por todo el territorio comenzaron las atrocidades, no sólo los haitianos, también locales y cualquiera que se opusiera era detenido y llevado a un lugar de concentración donde eran ejecutados con machetes, cuchillos o garrotes, mientras que las armas de fuego sólo fueron utilizadas en casos contados. Y a veces no eran trasladados, sólo los mataban ahí donde fueran encontrados.
Un hecho curioso es que cuando tenían dudas de si eran o no extranjeros les pedían que pronunciaran la palabra "Perejil" el truco estaba en que los haitianos no podían hacerlo correctamente, así no había dudas. Decenas de miles fueron asesinados durante los siete días que duró el "corte" (como también fue llamada está acción). Se estima que la cifra va de 10.000 hasta 30.000 muertos, entre hombres, mujeres y niños. Otros más afortunados fueron deportados o encontraron refugio en los ingenios azucareros propiedad de EUA, quien hasta entonces tenía buenas relaciones con Trujillo; hechos como este y otros más acabaron con la relación.
Tras la solución de Trujillo, este trató de mantenerlo en silencio, pero fue imposible y en pocos meses la noticia ya era bien conocida, pero pese a ello el gobierno haitiano sólo hizo una escueta queja para exigir una indemnización a los afectados, la cual fue ridícula, apenas 520.000 dólares que para acabar se quedaron en las arcas gubernamentales.
La dictadura de Rafael Leonidas Trujillo duró unos terribles 30 años, durante los cuales mantuvo en vilo a buena parte de la población, hasta que fue ejecutado el 30 de mayo de 1961 en una oscura carretera hacia la localidad de San Cristóbal.
Un hecho curioso es que cuando tenían dudas de si eran o no extranjeros les pedían que pronunciaran la palabra "Perejil" el truco estaba en que los haitianos no podían hacerlo correctamente, así no había dudas. Decenas de miles fueron asesinados durante los siete días que duró el "corte" (como también fue llamada está acción). Se estima que la cifra va de 10.000 hasta 30.000 muertos, entre hombres, mujeres y niños. Otros más afortunados fueron deportados o encontraron refugio en los ingenios azucareros propiedad de EUA, quien hasta entonces tenía buenas relaciones con Trujillo; hechos como este y otros más acabaron con la relación.
Tras la solución de Trujillo, este trató de mantenerlo en silencio, pero fue imposible y en pocos meses la noticia ya era bien conocida, pero pese a ello el gobierno haitiano sólo hizo una escueta queja para exigir una indemnización a los afectados, la cual fue ridícula, apenas 520.000 dólares que para acabar se quedaron en las arcas gubernamentales.
La dictadura de Rafael Leonidas Trujillo duró unos terribles 30 años, durante los cuales mantuvo en vilo a buena parte de la población, hasta que fue ejecutado el 30 de mayo de 1961 en una oscura carretera hacia la localidad de San Cristóbal.