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TITANES DEL PACÍFICO
Jugando a los monstruos contra robots gigantes


Por Tania Rubio @TaniaRubio  19 DE JULIO DE 2013

Guillermo del Toro es uno de esos cineastas que han logrado un prestigio significativo en la industria y un trabajo fílmico interesante, con algunas piezas o momentos destacados, pero siempre con una congruencia y lealtad hacia su propio estilo.  Se trata de un director aficionado a un universo de seres que se desprenden de su peculiar imaginario, a una estética visual distintiva y a historias que suelen encontrar esos rasgos sensibles y “humanos” de esperanza, dentro de ambientes en los que impera sobre todas las cosas, la aparente monstruosidad.

Del Toro se aventura en esta ocasión, hacia una dirección distinta -en cuanto a género, más no del todo en cuanto a estilo- para presentarnos “Titanes del Pacífico” (Pacific Rim), una cinta eminentemente veraniega.

Últimamente hemos hablado del verano fílmico, y reseñado algunos trabajos que han caracterizado la temporada hasta el momento. Por ello, es importante recordar que el llamado “cine de verano” suele cumplir con algunas características como la ligereza de sus temas y argumentos, la grandilocuencia de sus producciones, y principalmente, el inocuo entretenimiento que nos permitirá devorar con emoción un puñado de palomitas de maíz sin pensar en nada más durante los minutos que dure la proyección.

¿Por qué es importante recordar estos rasgos de la temporada? Porque Titanes del Pacífico es una cinta veraniega en todo lo que este concepto implica, y sería un error tratar de verla como una obra mayor dentro de la filmografía del tapatío o bien, otorgarle exigencias que simplemente nunca pretendió tener.
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El argumento es sencillo: la humanidad está en peligro y en esta ocasión, la amenaza surge de las entrañas de la tierra –como alguna vez emergiera Godzilla-, desde un portal en las profundidades del Océano Pacífico, del que surgen monstruosas criaturas de dimensiones descomunales bautizadas como “kaijus”. Los kaijus con cuerpos semejantes a reptiles sobredotados, cuentan con un plan para aplastar a la humanidad y apoderarse del planeta. Para hacer frente a esta terrible amenaza, el mundo ha creado sus propios “monstruos”: inmensos robots gigantes o “jaegers” que son comandados por dos o más habilidosos tripulantes, que para controlar los metros y metros de armadura, deberán desarrollar un profundo vínculo físico, mental y emocional entre sí para obtener la sincronía necesaria para operar estas armaduras cual diestros titiriteros.  En otras palabras… el director mexicano nos propone jugar a los monstruos contra robots gigantes.
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Recuerde quedarse hasta el final de los créditos, al estilo Marvel, para disfrutar de una breve escena adicional con el humorístico remate.
La película no pierde tiempo o esfuerzo para llegar a este punto. Para ello, emplea un veloz prólogo que ahorra explicaciones adicionales y nos lleva como espectadores de lleno y sin escalas a la estruendosa acción.

“Titanes del Pacífico” se sabe una cinta veraniega y se regodea en ello. Lo hace sin mayores pretensiones pero con buen oficio y emoción. Exagerada por naturaleza y sin la acostumbrada estética visual tan depurada empleada por Del Toro en sus trabajos, la cinta tiene también sus propios méritos.  Entretener y emocionar con simplicidad, como niños que juegan en pleno recreo a recrear peleas imaginarias y fantásticas con sus figuras de acción, es sin duda su principal logro.

Del Toro impregna el filme con su notable afición por las caricaturas y series japonesas, por el animé y hasta por su admiración a los míticos seres de Harryhousen.  Llena la pantalla de texturas, maquetas y estruendo como lo haría un habilidoso chiquillo que imagina batallas entre estos seres con emoción e imaginación, con el fin último de divertir.
En su propia interpretación del cine japonés de monstruos, pero también de las caricaturas de este mismo continente adoradas por muchos en su infancia y adolescencia; Del Toro diseña un mundo divertido en el que no hay momento para la calma y en el que impregna cierto cariz de inocencia y sorpresa, ese que tendría un niño al descubrir un mundo habitado por estos imponentes seres, en el que se le permitiera jugar con toda libertad.

Sus personajes y diálogos casi caricaturescos se adaptan bien al tono de la película: Idris Elba, con una efectiva interpretación del líder de la resistencia, Charlie Hunnam en su acartonado heroísmo, Rinko Kikuchi con su mezcla de solemnidad y fragilidad, y la pareja encargada de las dosis y diálogos de humor: el científico Charlie Day y el traficante del mercado negro interpretado por el actor de cabecera del cineasta, Ron Perlman.

La cinta por supuesto tiene sus flaquezas, como una armadura tiene sus fisuras…   la falta de mayor desarrollo de los personajes humanos para conectar más con ellos, para hacerlos entrañables antes de arrojarlos a las situaciones en las que se buscará la unidad para un fin común o antes de que entreguen sus heroicas líneas.  Las batallas en ocasiones, también pueden ser un poco largas. Pero después de todo, para una cinta veraniega, entretener es su principal preocupación y en este caso, mantener su emocionante ritmo hasta el final con el aderezo correspondiente de humor y de ciencia ficción.
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Titanes del Pacifico contó con el mayor presupuesto con el que ha trabajado Guillermo del Toro hasta el momento para alguna de sus cintas: cerca de 200 millones de dólares. Sin embargo, recuperar la inversión y sumar ganancias en taquilla, es el reto de la película para considerarse un blockbuster exitoso.
Los titanes de esta cinta cuentan por partes iguales con los defectos propios de la temporada, pero también están salpicados por momentos fascinantes que emocionarán a los fanáticos del género. Del Toro deja salir a su niño interno emocionado, ese que desea llenar la pantalla con tantos seres, batallas y algarabía que en ocasiones puede rozar en lo ridículo o lo tumultuoso; pero a diferencia de otras cintas de este tipo que enfrentan robots, monstruos o cualquier otro espectacular personaje con la finalidad de abarrotar la taquilla, la virtud de su trabajo radica en la naturalidad con la que plasma todos estos elementos, como quien disfruta auténticamente de sus juguetes y entretiene al espectador mostrándolos todos… entretenimiento veraniego genuino que parece divertir a la audiencia como consecuencia de divertirse a sí mismo.

La estruendosa cinta está dirigida a los fanáticos de la ciencia ficción.  Si busca algo más que entretenimiento genuino de la temporada, probablemente esta opción cinematográfica no será su mejor elección. Titanes del Pacífico es clara y honesta en cuanto a lo que ofrece en la pantalla: si desea jugar este juego de monstruos contra robots gigantes, y se deja envolver en su encanto, tenga por seguro que disfrutará enormemente -dentro de este universo fantástico- de un par de horas divertidas y emocionantes, como lo hacía cuando pasaba toda la tarde jugando o emulando las aventuras de su caricatura japonesa predilecta.  

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Imágenes cortesía de Warner Bros. Pictures 
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